Manolo García. Secretario General del PSOE de Roquetas de Mar y portavoz del Grupo Socialista en el Ayuntamiento de Roquetas de Mar
La primera vez que recuerdo haber visto a Gabriel Cara yo apenas si alcanzaba a asomarme a la taquilla en la que vendía las entradas para la primera sesión (sesión de tarde) que daban en el Cine Cara, uno de los negocios que regentó junto a sus hermanos o en solitario en Roquetas. Mi abuelo sacaba las entradas y nosotros nos impacientábamos ante el habitual protocolo de preguntas y comentarios familiares. No en vano mi abuelo (José García Cara) era primo hermano del padre de Gabriel Cara, Gabriel Cara ‘El nene’.
Felizmente terminado el ritual, accedíamos ansiosos al cine, a disfrutar de las películas de Tarzán, del Oeste o de romanos… invariablemente.
La última vez que vi a Gabriel Cara fue a finales de noviembre de 2018. Habían pasado más de 50 años de aquella primera vez. Un grupo de compañeros del partido lo visitamos en su Museo Etnográfico e Histórico de Roquetas de Mar. A todos nos sorprendió su memoria enciclopédica, su mente clara, su espíritu joven, decidido a encarar el futuro y nuevos proyectos. Ante la petición de algunos compañeros, rápidamente les regaló su árbol genealógico, sin poder consultar ningún documento, ya que apenas veía.
Desde ese museo, Gabriel Cara investigó y difundió la historia de nuestro municipio, a través de estudios genealógicos, preservación de fuentes documentales y tesoros arqueológicos, así como la digitalización de documentos históricos.
A lo largo de su vida, Gabriel Cara buscó nuestras raíces, las huellas que dejaron en nuestro territorio con distintas culturas que lo ocuparon, sus usos y costumbres. Fue testigo y actor de la enorme transformación socioeconómica que se ha dado en Roquetas de Mar a lo largo del siglo XX y principios del siglo XXI.
Nada ni nadie le fue ajeno. Los pescadores, los salineros, los agricultores de las huertas de los parrales, de Aguadulce y alrededores de Roquetas, y los de los secanos, sus cortijos, sus casas, las calles y barrios… todo estaba en la memoria de Gabriel y en las maquetas hechas por él con esmero, pasión, y una increíble perfección.
A partir de los años 50 llegó el agua a Roquetas y se fueron construyendo los poblados de Colonización en El Parador, Roquetas, Las Marinas y El Solanillo, y un gran desplazamiento de familias, desde Adra, la costa granadina y las alpujarras. Y con ellos el enarenado y los invernaderos, con toda la innovación posterior. De esas familias, y de esa innovación y su aporte de riqueza sociocultural y económica, también se ocupó Gabriel.
Como se ocupó del desarrollo turístico en Aguadulce y en la Urbanización de Roquetas, y el crecimiento del sector servicios y el funcionariado. Al igual que la llegada de nuevos vecinos desde cualquier punto de España y de más de 100 naciones de todo el mundo.
En medio de esa vorágine, se afanó Gabriel Cara en explicarnos de dónde veníamos, quiénes éramos, cómo habíamos llegado a este punto de nuestra historia… desde la gran capacidad de acogida e integración que siempre ha tenido Roquetas.
En definitiva, los estudios de Gabriel Cara nos dan las claves de nuestra identidad, las claves del alma de Roquetas.
Gabriel Cara murió hace un año sin el reconocimiento institucional del Ayuntamiento del pueblo que tanto amó. Es cierto que tuvo otros muchos homenajes, pero ha sido una enorme torpeza que Roquetas no haya sacado provecho de todo ese trabajo, como hubiera ocurrido en cualquier otro pueblo.
Como roquetero y secretario general del PSOE de Roquetas de Mar, lamento la marginación institucional que sufrió Gabriel Cara. Y en cumplimiento de nuestro programa electoral presentaremos iniciativas para poner en valor y difundir su obra y legado, recuperando nuestra memoria histórica y cultural, siempre con el acuerdo necesario de su familia.
Es fundamental que todos los roqueteros, en especial jóvenes y niños, conozcan sus raíces, porque si alguna carencia tiene Roquetas, y tiene muchas, es la falta de una identidad propia compartida por todos. Ese alma roquetera a la que se entregó y amó Gabriel Cara todos los días de su vida. También aquella lejana tarde en la taquilla del Cine Cara, aunque yo entonces no lo sabía.