Juan Carlos Pérez Navas
Comenzamos un nuevo año y estrenamos, también, un nuevo gobierno. Por fin. El gobierno progresista llega después de meses de bloqueo y de una repetición electoral y con un debate electoral que quedará para la historia. De él se pueden y se deben extraer conclusiones de lo que nos espera desde la bancada de la oposición que es la causante de este bloqueo y de la paralización del país. Su actitud amenazante y plagada de descalificaciones e insultos hacia el futuro presidente de España dice mucho de la talla de los partidos de la derecha de este país. Se retratan ellos solos.
Tan sólo el candidato, y a partir de ahora presidente, perfiló con la razón, con argumentos y con sentido de estado su proyecto de España desde la imperiosa necesidad de poner fin a un periodo demasiado largo de interinidad provocada, sin escrúpulos, por la derecha insensata de este país que hasta el último minuto ha querido impedir que hubiera investidura.
El Gobierno de Pedro Sánchez quiere recuperar el estado del bienestar, se ha propuesto ampliar los derechos civiles y superar los efectos sociales de la crisis. Son, junto a otros, pilares básicos para un Ejecutivo que quiere aprobar una ley contra el fraude con la consiguiente prohibición de la amnistía fiscal, que quiere subir los impuestos a las clases más altas, congelarlos a las clases medias y bajas para recaudar más de 5.000 millones que serán destinados a blindar y a mejorar la calidad de los servicios públicos básicos. Son, sin duda, medidas para avanzar en la consolidación del crecimiento económico y en la creación de empleo, en la lucha contra el reto demográfico y la despoblación, en el impulso a la industria, a las pymes, a los autónomos y al sector primario que refuerce nuestro tejido productivo en un nuevo marco de revolución tecnológica que ya está aquí. Se crearán más instrumentos y políticas ante la emergencia climática, sin dejar de impulsar más la cultura y el deporte como factores esenciales de calidad de vida. Tenemos visión de país y somos conscientes de todo lo que los gobiernos de la derecha han hecho pagar a esta sociedad, así que es momento de atender esas secuelas que, desgraciadamente, perviven en nuestra sociedad.
Alcanzar la plena igualdad entre mujeres y hombres es otro de los ejes estratégicos de este proyecto progresista de país que se desarrollará en un momento social en el que, afortunadamente, el feminismo no va a dar marcha atrás por mucho que otros quieran y lo intenten. Se trata de un movimiento político y social necesario e irreversible que requiere de posturas firmes en materia de derechos como el del aborto, la erradicación de la prostitución, cambios en el Código Penal para el consentimiento sexual, y que se dé un mayor impulso y se controlen los planes de igualdad. Derogar la LOMCE y revisar de una vez el sistema de becas para considerarlas un derecho de las personas que se otorgan en base a unos requisitos sociales y académicos son otras de las innumerables medidas que Pedro Sánchez pondrá en marcha y que reforzarán la educación pública a la que tanto daño ha hecho el PP y que ahora vemos que hace, desgraciadamente, en Andalucía.
Las propuestas del gobierno de progreso son, ni más ni menos, las aspiraciones y esperanzas de millones de personas de este país que no han podido ser rebatidas por la derecha. Ante esa incapacidad, en el debate de investidura han optado por constatar su naturaleza: la intolerancia y la falta de diálogo. La derecha de este país carece de sentido de estado y tan sólo resuelven su confrontación con descalificaciones personales e insultos que evidenciaron ante toda la sociedad española en las últimas horas. Siguen sin comprender que la ciudadanía votó entendimiento y es a lo que nos vamos a dedicar, a hacer la mejor política para este país.