Juan Carlos Pérez Navas
Cada vez es más frecuente que el presidente andaluz eluda su responsabilidad al frente de esta pandemia en Andalucía haciéndolo, además, de la manera más lamentable y olvidando que lideramos el número de contagios y su Junta es la administración regional que menos PCR realiza a la población, según los datos oficiales. No sabemos si Moreno Bonilla da la espalda a lo importante por una cuestión de cobardía natural o para seguir manteniendo la distancia y no comprometerse en lo esencial que nos ocupa, que es la salud, la situación educativa y, recientemente, nuevos episodios de posible corrupción que salpican a su partido, el PP. Además, el presidente nos sorprende porque no quiere debatir exclusivamente de Andalucía en el debate sobre el estado de la comunidad que se celebrará en breve. Vuelve a huir hacia adelante y a ponerse de perfil.
Si se analiza la evolución del caos sanitario del que todo el mundo habla y que muchos sufrimos, si estudiamos la situación de la atención primaria donde los refuerzos –si llegan- lo harán en noviembre y donde no se han cubierto las bajas, si llamamos a Salud Responde y no nos cogen el teléfono y, cuando lo hacen, nos dan cita telefónica a las dos semanas, si muchos centros de salud siguen cerrados por las tardes, no hay más remedio que concluir que la sanidad pública andaluza, de la mano del PP y Cs, han lanzado un SOS.
No es por falta de recursos. Moreno Bonilla tiene dinero. Andalucía tiene dinero. Tiene recursos propios y una importante inyección económica procedente del Gobierno de España. Hasta la fecha, según los propios datos de la Junta, sólo ha gastado 450 millones de euros en el Covid-19, teniendo aún un superávit de 930 millones de euros, lo que demuestra es que, nuevamente, el Gobierno de las derechas ha engañado al afirmar que sus cuentas estaban exhaustas por el gasto ficticio de 1800 millones.
Y si mientras nuestra comunidad vive un caos sanitario nuestro presidente andaluz se pone de perfil, en Educación no tenemos más suerte. Faltan enfermeros y enfermeras de referencia de los centros educativos, existe un gran déficit de plazas de profesores de refuerzo y sin perder de vista que en los Presupuestos de la Comunidad se puedan estar preparando nuevos recortes o un plan de privatización de la educación andaluza porque se esté trabajando en la línea de aumentar los conciertos y romper, así, el equilibrio de la enseñanza pública con la concertada en nuestra región.
Moreno Bonilla no se compromete con la educación ni sanidad públicas, pero tampoco lo hace con la transparencia en su partido. Los casos de corrupción del PP le cercan cada vez más, tanto con el caso Almería y la Caja B con la consiguiente posible financiación ilegal del partido, como con el caso del ex secretario de estado de Hacienda, sin olvidarnos de lo que concluye el Tribunal de Cuentas sobre el paso de Moreno Bonilla como secretario de Estado de Servicios Sociales en la gestión del INSERSO, con acusaciones tan graves como posibles contrataciones irregulares, sobrecostes injustificados, duplicidad de contratos, amaño, etcétera. Temas, todos estos, ante los que calla y continúa de perfil que parece su posición favorita.
Además, en su obsesión por eludir los verdaderos problemas de nuestra tierra, plantea un debate de la comunidad en el que hurta, en el diálogo, lo importante: sanidad, educación, empleo o corrupción y, en su huida hacia adelante tan sólo quiere confrontar con el Gobierno de España para enmarañar y mezclar sin dejar que la sociedad vea la auténtica realidad de su desastrosa gestión.