Juan Carlos Pérez Navas
En la víspera de una Navidad distinta, que millones de personas afrontarán con una vida trastocada en lo más profundo por los devastadores efectos del coronavirus, conviene no seguir enmarañando las cosas ni confundir a la ciudadanía de manera innecesaria. Sin embargo, en Andalucía, nuestro presidente autonómico nos sigue complicando la vida de forma torticera. Lo ha hecho desde el inicio de la pandemia, pero en las últimas semanas se ha superado al lanzar el batiburrillo de medidas que debemos cumplir en estas fechas.
Esta truculenta guía de normas y horarios cuenta con disposiciones incomprensibles en la mayor parte de los casos, que se han adoptado tarde y mal. El Ejecutivo de Moreno Bonilla había generado una gran expectación, organizando todo un show mediático con tuits programados en varias sesiones para despertar curiosidad entre la población pero, lamentablemente, sólo ha venido a enredar más las cosas. Con preguntar a la hostelería lo que les parecen las medidas es suficiente. No era lo que esperaban por parte del Gobierno andaluz, a quien acusan de señalar exclusivamente hacia este sector como el mayor de los males.
Moreno Bonilla ha montado una desescalada en dos fases de tan sólo una semana de duración cada una de ellas y en la que ha sobresalido más el boato que las medidas en sí. Nos ha mantenido en tensión hasta el último momento, ha reaccionado más tarde que ningún líder autonómico a anunciar cómo sería esta Navidad y, cuando lo ha hecho, ha sido para crispar más las cosas. Ha salido más veces en los medios y durante más días que nadie para decir menos que cualquiera. Todo hace indicar, con ese interés por estar en todos los platos, en todas las reuniones y a todas horas, que quisiera ser él, Moreno Bonilla, nuestro andaluz más allegado en estas fechas. Ese ‘allegado’ del que aseguraba que generaba confusión.
Aunque lo que diga no tenga trasfondo alguno, como ha ocurrido antes de anunciar las medidas para esta Navidad, ha tratado a toda costa de hacerse un hueco diario en la actualidad para, de rebote, entrar en nuestros hogares. Con sus tuits y con sus ruedas de prensa a modo de mensajes navideños, se ha hecho un hueco en nuestros hogares, como ese allegado al que no hay manera de despedir a la puerta de casa.
Este presidente allegado ha entrado en lo más íntimo de nuestras vidas sin hacer los deberes. No abre los centros de salud, no desbloquea la atención primaria y sigue sin dar la ayuda suficiente a los sectores más afectados a quienes está, lamentable y literalmente, tomando el pelo, como es el caso de la hostelería y la restauración. Moreno Bonilla y su socio, Juan Marín- que en las últimas semanas ha cambiado el tinte naranja por el azul-, habían generado grandes expectativas en el sector. Habían llegado a insinuar que iban a abrir el grifo, pero finalmente el único grifo que han abierto ha sido el del agua fría. A la hostelería se le ha acabado la paciencia y exige al Gobierno andaluz de las derechas explicaciones científicas y tangibles sobre el horario dispar que les obliga a cumplir únicamente a ellos.
No es momento de improvisar ni de vaivenes. Moreno Bonilla no puede pretender irrumpir en cada hogar para desinformar, en lugar de ser claro y transparente. Su ansia por meterse en nuestra casa, para anunciarnos medidas que nadie entiende, roza el dislate En todo caso, si realmente piensa que son las que hay que tomar, junto a esas restricciones debe haber ayudas y eso es algo que el presidente andaluz no termina de comprender.