No deja de sorprenderme la facilidad con la que algunos se declaran recelosos de que las obras del Corredor Mediterráneo entre Almería y Murcia vayan a finalizar en las fechas anunciadas. Y no es que considere que dudar no sea legítimo, pero me llama la atención que esa incertidumbre haya aparecido cuando se han licitado, adjudicado y comenzado unas obras cuyo coste asciende en este momento a más de 1.100 millones de euros.
Nada de esto se puso en cuestión cuando no había obras ni cuando se mentía de forma descarada a los almerienses pintando inversiones en los presupuestos que, uno tras otro, no se cumplían. Así estuvimos cerca de ocho años.
Tampoco provocó excesiva inquietud la adjudicación de contratos a la baja, a sabiendas de que no se iban a ejecutar, o que se dijera que las tortugas frenaban el AVE, pobrecitas mías. Las hemerotecas están llenas de delirios de ese estilo y de otros muchos con bastante menos estilo, como el de romper los proyectos existentes para hacer otros nuevos en vía única y retrasar aún más las obras. Ahí no hubo ninguna duda y todo fue un batir palmas al ministro Íñigo de la Serna, alumno aventajado de Ana Pastor, quien siempre será recordada por su gran obra: tapiar los túneles de Sorbas.
En estos días, el Gobierno de Pedro Sánchez ha adjudicado las obras del tramo entre Lorca y Pulpí, el único en el que estaba pendiente de solventar ese trámite, con una inversión de 207 millones de euros. Los plazos previstos para la finalización de los trabajos tienen como horizonte 2024; es decir, con una razonable antelación para ser optimistas en cuanto al cumplimiento de la fecha de llegada de la alta velocidad a Almería.
Que se anden discutiendo los plazos de las obras firmadas en un contrato que obliga a su cumplimiento a la empresa adjudicataria, que fiscaliza Adif –la entidad pública empresarial adscrita al Ministerio de Transportes– y que cuenta con cuantiosas inversiones procedentes de los Presupuestos Generales del Estado, puede ser un entretenimiento, pero no mucho más.
Quizás, y es solo una opinión, la sociedad almeriense debería reflexionar sobre lo que entre todos podemos hacer en este tiempo que tenemos por delante mientras llega el AVE –que sin ninguna duda llegará–, o en lo que otras administraciones como la Junta de Andalucía deben trabajar. Sectores como el de la logística, el turismo o la agricultura tienen por delante retos muy importantes ante los que el Gobierno andaluz parece ajeno y sobre los que tiene que empezar a actuar ya si no queremos perder un tren más importante que el AVE.