De ser una empresa, el Gobierno andaluz estaría a un paso de entrar en causa de disolución como consecuencia de la pérdida del excepcional patrimonio natural que supone la desecación de Las Salinas de Cabo de Gata. Su falta de reflejos para frenar la gravísima situación que sufre este humedal es el paradigma de las políticas ambientales que están desarrollando los dirigentes del Partido Popular en nuestra provincia, si es que se puede llamar así a lo que sea que estén haciendo.
Muchos almerienses se preguntan hoy cómo se ha llegado a esta situación y cómo es posible que la primera autoridad ambiental, la consejera de Desarrollo Sostenible del Gobierno de Moreno Bonilla, Carmen Crespo, que para más inri es de Almería, no arbitrara las medidas necesarias- todas las que hicieran falta- para evitar el desastre al que hoy nos enfrentamos. Lo más grave del asunto es que desde hace meses la Junta conocía que se había interrumpido el suministro de agua de mar, pero en lugar de darle una solución urgente e inmediata ha permitido que lo que hasta ahora era un humedal reconocido internacionalmente se haya convertido en un secarral.
Tampoco conoce nadie si esto le preocupa al alcalde de Almería, Ramón Fernández-Pacheco, ajeno siempre a lo que ocurre en el parque natural Cabo de Gata-Níjar, a un espacio protegido al que le llevan dando históricamente la espalda, uno tras otro, todos los alcaldes del PP. De la misma manera, la sociedad almeriense no sabe nada de la opinión del presidente de la Diputación, Javier Aureliano García, y si está entre sus preocupaciones el quebranto que la desecación de Las Salinas supone para la marca Costa de Almería.
Los espacios protegidos de nuestra provincia no solo tienen un valor natural excepcional, sino que también son un reclamo turístico de primer orden para muchas personas que visitan nuestra provincia. No entender ni lo uno ni lo otro, no aplicarse en su gestión y conservación, es un gravísimo error que nos puede pasar una abultada factura.
Utilizar la política del avestruz para no ver los problemas o incluso conociéndolos no querer saber nada de ellos es algo consustancial a la derecha en nuestra provincia, que siempre ha estado acostumbrada a echar balones fuera y a no asumir sus responsabilidades y competencias en las administraciones en las que gobierna. En eso de encasquetarles los problemas a otros hay que reconocer que los dirigentes del Partido Popular siempre han sido los número uno. Sin embargo, cuando se trata de dar la cara y esmerarse en la gestión han demostrado sobradamente que no están a la altura.