Muchas de las personas que votarán el próximo 23 de julio en las elecciones generales recuerdan muy bien lo que ocurrió durante los gobiernos de Rajoy. Sólo en el primer año y medio de legislatura, aquel Ejecutivo del Partido Popular subió impuestos como el IRPF, el de Sociedades, el IVA y el IBI, a pesar de haber prometido en las elecciones de 2011 que haría todo lo contrario. Durante sus dos mandatos, Rajoy fue implacable con la clase trabajadora y generoso con la banca, a la que nunca le pidió reembolsar todo el dinero que se le prestó durante la crisis financiera.
Aquellos años fueron muy duros para los trabajadores y trabajadoras, que se echaron a la espalda todos y cada uno de los sacrificios que se les exigieron mientras el desempleo crecía de manera imparable. Hace ahora 10 años teníamos 135.000 parados en Almería. Hoy, tras una pandemia y la crisis generada por la guerra de Putin en Ucrania, son 47.900 las personas desempleadas.
Las respuestas por parte del Gobierno de Pedro Sánchez a estas dos crisis consecutivas que hemos sufrido en España desde 2020 han sido muy distintas a las que desplegó el Partido Popular y los resultados saltan a la vista. No es difícil aventurar cuál habría sido el destino de miles de trabajadores y empresas de no haberse arbitrado, por ejemplo, el mecanismo de los ERTE. De la misma manera, la subida del salario mínimo y la reforma laboral han supuesto mejores condiciones y derechos para los trabajadores y trabajadoras.
Recientemente, la UE ha elevado en medio punto la previsión de crecimiento de España para 2023, lo que nos ha permitido posicionarnos como el país con la mayor subida del Viejo Continente. Hoy, además, tenemos una de las inflaciones más bajas de toda Europa gracias a las medidas que se han adoptado para rebajar el precio de la energía. Todo esto demuestra que las decisiones que viene tomando el Gobierno de Pedro Sánchez, incluida la subida de las pensiones a la que se opuso la derecha, van en la dirección correcta.
La realidad es tozuda por mucho que se intente interpretar de manera retorcida. Los datos objetivos ponen de manifiesto, por lo tanto, que la situación económica de España no tiene nada que ver con las mentiras que está lanzando la derecha un día sí y otro también.
Esta es la verdadera reflexión que nos debemos hacer de cara al próximo 23 de julio: si queremos que nos gobierne un partido que defiende a las familias y a la clase media trabajadora o uno que miente de manera reiterada y que solo sirve a unos intereses particulares muy determinados.