Las seis entidades bancarias del Ibex 35 ganaron a lo largo del pasado año, en conjunto, la cifra récord de casi 26.000 millones, un 24% más que en 2022 gracias, en muy buena medida, a la subida de los tipos de interés. A esta astronómica cifra ya se le han restado los 1.100 millones de euros correspondientes al impuesto extraordinario a la banca puesto en marcha por el Gobierno de España; una medida que obedece a las políticas impositivas progresivas y redistributivas que abandera el Ejecutivo de Pedro Sánchez.
El dinero recaudado a la banca se destinará a financiar, entre otras cuestiones, medidas para hacer frente a la subida de los precios provocada por la guerra en Ucrania. El Gobierno de España ha prorrogado estas medidas para ayudar a las familias más vulnerables, a las pymes, autónomos y empresas para seguir fortaleciendo el tejido social y empresarial. Todos y todas vamos de la mano en esta cuestión y la banca no puede ser menos.
No puede serlo porque cuando el sector atravesó su peor crisis de la historia, en 2008, el resto de la sociedad arrimó el hombro para evitar la quiebra de muchas entidades financieras a las que hoy se les pide que revierta sus beneficios en algo tan loable como es el estado del bienestar. El Gobierno de España ha pedido a las entidades financieras que contribuyan al sostenimiento de lo común y esa es la línea que persigue el impuesto a la banca.
La tasa grava el 4,8% de los ingresos de los bancos obtenidos por el cobro de comisiones y por los márgenes de intereses que se aplican, un impuesto que recae sobre todas las entidades que facturaron más de 800 millones en 2019; una cifra bastante importante. Pagan más quienes más tienen. Además, se circunscribe a la actividad que las entidades desarrollen en España.
Esto es justicia social y es gobernar para la gente sin olvidar, en absoluto, al sector empresarial, pero ahora toca, y mucho, ayudar a quienes más lo necesitan en la época de crisis globalizada a la que nos enfrentamos. Al contrario, el Partido Popular si ha de escoger, se pone del lado de las grandes fortunas librándoles de pagar impuestos que redundarían, como venía sucediendo antes de la llegada de Juanma Moreno, en fortalecer los servicios públicos. Ahora, los asfixia. La banca, además de solidaria, debe cuidar a sus plantillas, que han sufrido despidos masivos y han visto mermadas sus condiciones laborales.