Europa necesita una voz política progresista. Se necesita una acción única por parte del movimiento progresista democrático y obrero, socialdemócrata y socialista en la Unión Europea y en toda Europa. Del mismo modo que el pasado 23J nos jugábamos en España avanzar con Pedro Sánchez o retroceder con las derechas, el día 9 de junio Europa se enfrenta al mismo escenario. Existe una verdadera amenaza de involución y retroceso que encarnan distintas fuerzas reaccionarias que repudian todos los avances logrados en las últimas décadas, lo que representa una intimidación para nuestra democracia y para el proyecto europeo. La propia presidenta de la Comisión Europea, la conservadora Ursula von der Leyen, ha alertado recientemente del desafío que suponen populistas y demagogos para la Unión Europea.
Resulta curioso que, mientras el PP europeo afirma que hay que aislar a las ultraderechas, porque son los amigos de Putin, adalid del asalto a las libertades y democracias de estados soberanos, en España Feijóo no tiene reparos en compartir gobiernos con la extrema derecha en comunidades autónomas y ayuntamientos. No se puede votar en España a un partido que pone en riesgo con sus pactos lo que significa Europa y todo lo bueno que la Unión aporta a nuestro país. Cabe recordar que gracias a Europa y al tesón del presidente del Gobierno de España, nuestro país es uno de los mayores beneficiarios por los fondos Next Generation, esos que trataron de boicotear las derechas.
Los socialdemócratas hemos conseguido mucho por Europa durante los últimos años gracias a nuestro liderazgo y eso es algo que no debe correr riesgo. Actualmente, peligra el futuro, pero también todo lo que hemos conseguido hasta ahora, porque la propuesta de la extrema derecha es la involución y la regresión y estamos viendo cómo, en nuestra propia casa, en España, la derecha está dispuesta a consumar la unión con los populistas, con los enemigos de Europa, con tal de alcanzar el poder.
Europa se enfrenta a las guerras en Ucrania y Oriente Medio, a la batalla contra el cambio climático, la nueva era digital o al aumento de las desigualdades sociales. Todos ellos son retos globales que ningún país puede combatirlos en solitario. La familia socialista seguirá trabajando por una UE que siga fiel a su modelo social y que sea faro de razón, ciencia, cultura, derechos humanos y convivencia.