Las pasadas elecciones europeas nos han dejado en España un partido más de ultraderecha que se une a la de Abascal y a la derecha ultra de Feijóo. Sin más propuestas que acabar con el Gobierno de Pedro Sánchez, Partido Popular y Vox han enfangado de tal manera el debate político que han terminado compartiendo votos y sociedad con un experto en el indecente arte del bulo. Enhorabuena a los responsables intelectuales de tan perspicaz maniobra, a los que sin duda se les reservará un lugar destacado en la historia de los esperpentos.
Tenemos por lo tanto ya tres formaciones en nuestro país que comparten una misma estrategia sostenida en la mentira, el odio o el insulto permanente y que colaboran activamente con la organización ultraderechista Manos Limpias, a la que le deben la sucia campaña electoral que han protagonizado. A pesar de todo, ni Feijóo ni Abascal han conseguido los objetivos que perseguían y el PSOE ha vuelto a ser un dique de contención de esta coalición ultra. Es más, la aportación de los socialistas españoles será determinante en la conformación del nuevo Gobierno europeo.
Por mucho que se empeñen, por mucho ruido que generen, al gobierno de coalición progresista le queda cuerda para rato y tendrán que aguantar aún tres años más – como mínimo- al presidente Pedro Sánchez. Esto es lo que legítimamente acordó la mayoría parlamentaria tras las elecciones generales del 23 de julio. Se llama democracia y para los socialistas nunca pasa de moda, muy al contrario del olor a cerrado que desprenden los planteamientos de algunos.
La ola ultra ya gobierna en Italia de la mano de Meloni, mientras que el gobierno que se está gestando en Países Bajos, tras los resultados del ultraderechista Wilders, tiene a la centroderecha neerlandesa bailándole el agua. En Francia puede pasar algo parecido en las próximas elecciones legislativas con la extrema derecha de Le Pen, con quien el líder de los conservadores ha intentado pactar. Sin embargo, sus propios compañeros no han tardado ni un minuto en expulsarlo por hacer lo que ya hace aquí Feijóo.
Decía Nietzsche que cuando miras mucho tiempo al abismo, este acaba también mirando dentro de ti. Esto es lo que le está pasando al Partido Popular desde que comenzó a flirtear con Vox para, a continuación, acabar metiendo a sus dirigentes en los gobiernos de comunidades autónomas y ayuntamientos. Desde ese momento, forman parte de esta misma deriva ultra a la que no le hacen ascos e incluso jalean y blanquean. De ahí que no sea muy difícil de aventurar que la extrema derecha con denominación de origen terminará por engullirlos tal y como está pasando en otros países europeos. Tiempo al tiempo.