Juan José Callejón. Concejal socialista del Ayuntamiento de El Ejido
Los ejidenses tenemos la mala suerte de que a la cabeza de la institución más representativa de nuestro pueblo, el Ayuntamiento, se encuentre desde hace tres años y medio una personalidad tan egocéntrica como distante con los problemas que aquejan a sus convecinos.
Nuestro alcalde, el señor Góngora, en los años que lleva ocupando el sillón de la alcaldía, ha mantenido, entre otras, la fea costumbre de menospreciar la labor de la oposición, a la que ningunea a menudo y sin pudor, y a la que falta al respeto pleno tras pleno adoptando actitudes más propias de un dictadorzuelo de tercera que de un representante público elegido democráticamente en las urnas.
En esta última semana, para nuestra desgracia, hemos asistido a una nueva muestra del verdadero talante del señor alcalde, a quien no se le ha ocurrido nada mejor que aprovechar la cabalgata de Reyes, entrañable evento en el que los únicos protagonistas deberían ser los niños, para ensalzar su figura y arengar a las masas reunidas en la Plaza Mayor, mientras su nombre aparecía impreso con luces en la fachada del Ayuntamiento. Un episodio más del egocentrismo del señor Góngora, que no pierde ocasión de hacer campaña, aunque aún falten unos cuantos meses para las elecciones municipales y el momento y el lugar no sean los más adecuados.
En psicología, egocentrismo es la característica que define a una persona que cree que sus propias opiniones e intereses son más importantes que los de los demás. Los egocéntricos parten de la idea de que sus pensamientos son más elevados que los del resto de los mortales, y consideran que lo que ellos opinan, deciden, creen y razonan es lo primero. El mundo gira alrededor de su individualidad, y lo que no se ajusta a este principio, es rechazado e infravalorado por su opinión.
Los que nos vemos obligados a tratar a diario con este alcalde, estamos acostumbrados ya a sus habituales actitudes egocéntricas y a su prepotencia. Pero, aun así, no ha dejado de sorprendernos su desfachatez al intentar aprovechar un acto destinado al público infantil, y pagado además con dinero de todos los ejidenses, para darse un baño de masas.
El egocentrismo del señor Góngora parece no tener límites. Pero a nosotros no se nos escapa que sus palabras y sus actitudes, habitualmente, solo persiguen beneficiar sus propios intereses. Y tampoco se nos olvida que sigue imputado por graves delitos, aunque sobre este particular se limite a remitirnos a un futuro en el que, según sus palabras, dejará de estarlo porque, como buen egocéntrico que es, debe pensar que es el único político imputado de este país al que hay que creer cuando dice que “todo esto quedará en nada”.
Lo malo, en este caso, es que, como ya se ha demostrado unas cuantas veces en los últimos años, el señor Góngora no ha dicho una sola verdad desde que es alcalde de este pueblo, y por no cumplir, no cumple ni lo que firma ante notario. Así que esas afirmaciones de que “todo esto quedará en nada” es muy posible que no sean más que otra mentira más de nuestro egocéntrico e imputado alcalde. El tiempo, que todo lo pone en su sitio, lo dirá.