Que el futuro de Huércal-Overa no haya merecido ni siquiera debate, dice mucho, y nada positivo, de su actual equipo de gobierno. Rechazar todas las enmiendas de tu adversario político al proyecto de Presupuesto Municipal tan solo por el hecho de haber sido propuestas por aquél, delata, en mi humilde opinión, una prepotencia que debería ser incompatible con el ejercicio leal de la tarea de servicio público dentro de un sistema democrático, que habría de enriquecerse con las aportaciones constructivas de todos los miembros de la corporación municipal en tanto que representan todos y cada uno de ellos a una parte importante de la ciudadanía. Esgrimir que se dispone de la mayoría absoluta para decidir, en solitario y sin diálogo propiciador de consensos, los designios de nuestro municipio como único argumento para no entrar ni siquiera a valorar lo positivo que aportan las propuestas concretas y justificadas de modificaciones o inclusión de partidas presupuestarias específicas, es un argumento tan pobre como egoísta, ya que se están dejando de lado actuaciones que redundarían en beneficio de todos nuestros vecinos, no sólo a corto plazo, y en un contexto marcado por una grave crisis sanitaria, económica y social, sino pensando también a medio y largo plazo. La cuestión clave es por qué modelo apostamos para que nuestros vecinos puedan tener una vida digna y con calidad sin tener que salir fuera del municipio a buscarse el sustento, máxime cuando tenemos recursos sin explotar que sí han propiciado que otros municipios de la provincia hayan despegado.