La constitución de los ayuntamientos este pasado fin de semana nos está dejando varias lecturas importantes a la hora de vislumbrar lo que van a dar de sí para ser los canalizadores de las aspiraciones y esperanzas de sus vecinos y la forma en la que lo harán tras la composición de bastantes de ellos, muy alejada de lo que los ciudadanos decidieron para su municipio.
Tanto en Andalucía como en el resto de España, el PSOE ha sido la primera fuerza política en votos y concejales y, por tanto, la gran fuerza municipalista en implantación y extensión. El PSOE ha crecido en algo más de 2.000 concejales y ha obtenido una presencia mayoritaria en los municipios de más de 20.000 habitantes y las zonas urbanas más pobladas. Así, los socialistas van a gobernar en 48 de las 100 mayores poblaciones del país y en el 55% de las capitales de provincia.
En cuanto a Andalucía, gobernarán en 458 municipios de los 785 (un 60% del total), lo que supone 9 ayuntamientos más que en el periodo 2015-2019. También destacan las mayorías absolutas conseguidas en 368 municipios de nuestra comunidad, lo que garantiza en todos ellos gobiernos de progreso, de estabilidad, y gobiernos volcados en la personas y en luchar por la igualdad.
Otra realidad que hemos podido ver este fin de semana, y que sigue dando espectáculo, es la bochornosa y vergonzante lucha a cualquier precio y con un mercadeo sin escrúpulos que ha tenido lugar en muchos de los ayuntamientos, con Cs virando para aliarse como fuera con el PP y Vox y optando por ayuntamientos radicales alejados de la moderación y de la centralidad. En estos casos, no han importado los problemas de los vecinos ni lo que habían votado, tal como ha ocurrido en Andalucía, donde una fuerza como Cs ha pasado de pactar presupuestos y apoyar al PSOE, a dejar de lado a la fuerza más votada, rindiéndose con obscenidad ante las exigencias de otra fuerza minoritaria impuestas desde Madrid. Esta dinámica se ha visto también en muchos ayuntamientos, como por ejemplo en el de Almería, donde han votado a favor del acuerdo programático entre PP y Vox.
La ciudadanía no se merece este penoso espectáculo ni que el diálogo, que es necesario en política para llegar a acuerdos de estabilidad, se convierta en mercadeo. La ciudadanía espera de sus representantes públicos sentido común, no que contribuyan al descrédito y la falta de confianza en la política.
Tan sólo 48 horas después hemos asistido a otras vergonzosas situaciones que son continuación de lo que ocurrió el viernes y sábado pasados, por ejemplo en Granada o en el mismo Madrid, como consecuencia de pactos que nacen del ansia de poder y no de la búsqueda del bienestar de la ciudadanía, que han dado lugar a gobiernos contrarios a la voluntad de los vecinos, quienes votaron pidieron un proyecto de ciudad de bienestar y progreso.
Esa radicalidad les lleva irracionalmente también, en el terreno nacional y ante la investidura del presidente del Gobierno, a actuar de agitadores y bloquear la constitución del Gobierno, sin que exista o sean capaces de presentar una alternativa. Se han instalado en el ‘cuanto peor, mejor’, una actitud que choca con lo que los españoles reclaman: grandes acuerdos de país, la lucha contra la desigualdad, estabilidad política para que haya prosperidad y generación de empleo y riqueza, todo ello en una sociedad que progrese y no retroceda, como deslealmente están provocando.