Noemí Cruz Martínez, parlamentaria autonómica del PSOE de Almería
Este curso ha dejado de ser una preocupación para las familias que centran ya todas sus miradas en el que está por venir en tan sólo dos meses. Muy poco tiempo para muchas incertidumbres aún sin resolver. ¿Cómo será el colegio en septiembre?, ¿en qué condiciones se desarrollará?, ¿habrá diferentes modalidades?, ¿estarán con todos sus compañeros o se dividirán por grupos? Esa nueva realidad educativa de la que nos habla el Gobierno de Moreno Bonilla, ¿permitirá mantener el empleo y conciliar?
Estos son algunos de los interrogantes que pasan por la mente de madres y padres que, evidentemente no confían en que sea posible iniciar el curso como si no hubiera existido tal pandemia, que es lo único que han escuchado al consejero. Hemos matriculado a nuestros hijos e hijas, pero no sabemos ni a qué ni cómo será. Hemos realizado un ejercicio de fe ciega en la administración andaluza sin que esta nos haya dado, si quiera, unas mínimas garantías de que, al menos, por su parte lo tienen controlado.
La incertidumbre y el desasosiego son los sentimientos comunes que comparte la comunidad educativa en este momento. Además, el equipo docente tiene sobres su espaldas el peso de la responsabilidad que le ha impuesto la Junta de Andalucía obviando que, tanto en materia educativa como sanitaria, las competencias son exclusivas de la comunidad autónoma, y no de los profesores y profesoras de los centros educativos almerienses y andaluces.
Si algo tienen claro es que el presidente andaluz, Moreno Bonilla y el consejero de Educación, Javier Imbroda, les han dejado solos. Así están desde que la pandemia obligó a cerrar la puerta de los colegios y así siguen. Sin directrices, sin certezas, sin medios extraordinarios higiénico-sanitarios… lo único que les han dado ha sido más responsabilidad. Las pocas instrucciones dadas por Moreno Bonilla e Imbroda se resumen en que no van a encontrar responsabilidad ni ayuda de la administración a la que llevan sacando las castañas del fuego durante todos estos meses. Las instrucciones escritas y dirigidas a los centros educativos andaluces reconocen que hay que hacer algo, pero que lo que haya que hacer lo piense cada colegio por su cuenta.
Estas mal llamadas instrucciones incluyen desde directrices que triplican la carga administrativa hasta las que dicen que adapten la actividad a las circunstancias a través de agrupamientos flexibles, desdobles y otras medidas generales de atención a la diversidad pero, el Gobierno de las derechas no les dice con qué recursos –ni humanos ni materiales- cuentan para poder hacerlo.
Hay que llegar hasta el final de las instrucciones para leer la directriz estrella, esa que define cuál está siendo la gestión de la educación en Andalucía con PP y Cs al frente y es la que se refiere a la brecha digital. Les dicen a los colegios que si el alumnado no tiene acceso a medios telemáticos que les llamen por teléfono o que les envíen cartas. La brecha digital ha sido un problema real y grave que padece Andalucía y que ha quedado de manifiesto durante este confinamiento y, en lugar de buscar una solución, que puede pasar por mejorar la banda ancha y las conexiones en cualquier punto de la provincia y región, además de la distribución de ordenadores o tabletas, el Gobierno de Moreno Bonilla apuesta por el correo postal.
Y así estamos. A dos meses del inicio del próximo curso escolar, sin instrucciones precisas, sin directrices concretas, sin medidas pensadas y reflexionadas pero, eso sí, sabemos que la Junta está dispuesta a poner un par de sellos en un sobre para hacérselo llegar a los niños y niñas más vulnerables. Y para estas brillanteces quería Moreno Bonilla tener el mando único.