Juan Carlos Pérez Navas
Con el inicio de 2021 albergábamos la esperanza de que el nuevo año nos trajera por parte del Gobierno andaluz, al menos, algo de sensatez en las decisiones que adoptan para afrontar la incansable lucha contra la pandemia. Todo ello, después de un mes de diciembre en el que, como dijo el propio Moreno Bonilla, se “abrió el grifo” y el agua corrió más que en otras comunidades pese a las advertencias y señales procedentes de los expertos que vaticinaban lo que iba a ocurrir y que, por desgracia, está sucediendo. En esa permanente confusión a la ciudadanía se ha arrastrado a sectores fundamentales de nuestra economía a un panorama desolador para el que PP y Cs tampoco proponen soluciones creíbles y constatables. Siempre han actuado de espaldas al sentir popular.
Y ahora, nueve meses después del inicio de la pandemia estamos en la misma casilla de salida en Almería y en Andalucía. Y todo porque, a causa de la incapacidad manifiesta del Gobierno de Moreno Bonilla para contener el coronavirus en nuestra comunidad, siempre hemos ido detrás de la pandemia y nunca por delante de ella por falta, precisamente, de una previsión del Ejecutivo andaluz de las tres derechas. Comprobamos cómo en otras comunidades marchan mejor en cuanto a los datos de contagios y fallecidos, pero en Andalucía nuestro destino parece estar ya escrito como consecuencia de los errores que, una vez tras otra, cometen Moreno Bonilla y su equipo. Las cifras de contagios están descontroladas, el personal sanitario desbordado y sin que lleguen los refuerzos prometidos desde el inicio de esta emergencia sanitaria sin precedentes.
Entre tanto, nos encontramos en pleno proceso de vacunación que está siendo utilizado por Moreno Bonilla como arma de confrontación política con el Gobierno central a quien exige más vacunas mientras no se ha planteado, como han requerido ya desde los sectores profesionales, un calendario de actuación durante los próximos meses. La vacunación va lenta y este último fin de semana fue el primero en el que se trabajó, en este sentido, en Andalucía. El viernes se adoptaron medidas que, antes de entrar en vigor el lunes ya estaban siendo puestas en cuarentena por el propio Gobierno andaluz a tenor de los datos del fin de semana en los que se han alcanzado máximos históricos desde el inicio de la pandemia. Consecuencia todos ellos de las medidas adoptadas por PP y Cs de cara a la Navidad. Para colmo, el día en el que Almería contaba con la escalofriante cifra de 655 contagios, la delegada del Gobierno de la Junta en Almería echaba la culpa a la gente, esa a la que hay que tratar de proteger en estos momentos tan complicados.
A los datos que ha arrojado la mala gestión de Moreno Bonilla se suma el esperpento que se vive en las aulas andaluzas. En plena ola de frío, ni el consejero de Educación de Cs ni el presidente andaluz han tenido la más mínima consideración hacia los menores que deben estar en clase con sus chaquetones, gorros, guantes y bufandas como si estuvieran esquiando en lugar de tener todos sus sentidos en el aprendizaje presencial. PP y Ciudadanos no tienen ni idea de cómo hacerlo mejor, de cómo ayudar a la comunidad educativa a la que abandonaron hace ya mucho tiempo. A todo esto, nada sabemos de a qué ha destinado Moreno Bonilla los millones de euros procedentes del Gobierno de España para hacer frente al Covid. Sí sabemos que en plena pandemia han duplicado los cargos en las delegaciones provinciales lo que costará, y bastante, a los andaluces y andaluzas.
Y en este panorama en el que prima la negligencia, uno se pregunta ¿a qué se dedica Moreno Bonilla? ¿Está aquí? ¿Por qué no alcanza a comprender lo que es prioritario y atiende, definitivamente, a los sectores que tanto reclaman de su atención y acción? Para lo único para lo que cuentan con la ciudadanía es para echarles la culpa cada vez que Andalucía se enfrenta a una nueva ola sabiendo, además, que la única responsabilidad parte de los mismos, del ineficiente Gobierno andaluz.