España es un país del que sentirse muy orgulloso por mil motivos, pero muy especialmente por ese inquebrantable espíritu que nos ha permitido conquistar todos los derechos de los que hoy disfrutamos. Bien es cierto que alguna de esas conquistas nos ha costado casi tanto como subir a la cima del Everest, no solo por la altura del propósito, que también, sino por las zancadillas que ha habido que sortear por el camino para garantizar derechos fundamentales, como ha sido el caso de las personas LGTBI.
Hoy es un orgullo saber que muchos de esos derechos conquistados han servido para hacer felices a muchas personas y cambiarles la vida. La aprobación de la Ley 13/2005, por la que se modificó el código civil para hacer posible el matrimonio igualitario, y la ley reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas supusieron para nuestro país un avance sin precedentes, no exento de algunos prejuicios que terminaron devorados por la propia dinámica social.
Las recientes medidas del Gobierno de Pedro Sánchez, como la declaración oficial del 28 de junio como Día nacional del Orgullo LGTBI, la aprobación de la Ley de Igualdad de Trato y no Discriminación –la conocida como Ley Zerolo–, o el proyecto de ley para la Igualdad Real y Efectiva de las personas Trans y para la Garantía de los Derechos de las Personas LGTBI, son claros ejemplos del incuestionable compromiso de los socialistas y las socialistas a la hora de seguir avanzando en derechos.
Pese a todo, somos conscientes de que aún existen ámbitos donde el colectivo LGTBI se encuentra con muchas dificultades. El aumento de los delitos de odio motivados por la orientación y la identidad sexual de las víctimas comienza a ser extremadamente preocupante. En este sentido, darles a las víctimas una atención adecuada y hacer que afloren muchos de los delitos que se quedan sin denunciar –que son la gran mayoría– son algunos de los objetivos prioritarios que se ha marcado el presidente Pedro Sánchez.
Además, en este año dedicado a la Memoria es imprescindible que reflexionemos sobre los largos años de lucha por los derechos del colectivo y sobre las personas mayores LGTBI que tuvieron que soportar el miedo y la represión franquista, un régimen criminal que las persiguió y hostigó con extrema violencia.
El Orgullo que conmemoramos en estos días se ha convertido en un día de celebración de la diversidad para muchas personas, pero también en una oportunidad de visibilizarse, reclamar sus derechos y expresar públicamente algo tan elemental como imprescindible para alcanzar un proyecto de vida pleno: el derecho a ser felices.