Afrontamos una nueva semana de lucha contra el coronavirus dejando no muy atrás días en los que hemos vuelto a liderar el número de contagios y de fallecimientos en Andalucía en una tercera ola que, en Almería, está siendo especialmente dura. Con cifras aún diarias en la región de unas 100 muertes por Covid no se debe normalizar la situación y, menos, cuando Moreno Bonilla ya nos ha adelantado que se puede producir una nueva explosión de contagios en una cuarta ola justo después de que él mismo haya flexibilizado las medidas frente al coronavirus.
A esta angustia permanente por la pérdida de vidas, de empleos, de bienestar y, en definitiva, de normalidad, se une la desesperación de vivir en un permanente cambio de criterio andaluz respecto a la alerta que debemos tener frente a esta pandemia y a las acciones por parte del Gobierno de PP y Cs en la Junta. Un día nos anuncian que vendrán días terribles por la cepa británica y dos horas más tarde se deciden a tomar medidas de alivio y suavizar restricciones algo que, lamentablemente, no es nuevo y se ha hecho norma y costumbre en el presidente andaluz y en su gobierno en una gestión que está empeorando las consecuencias de esta pandemia sobre la economía y lo social.
Los andaluces estamos ya hartos de este caos y de que Moreno Bonilla juegue con nuestra salud y con nuestra economía. Miramos atrás y vemos que en todo lo que llevamos de pandemia la gestión de la salud pública no ha estado nunca en el centro de la gestión desde la Junta de Andalucía y, menos aún, el apoyo a quienes sufren, en lo económico, los permanentes desatinos del presidente andaluz. Ahora los comercios y la hostelería abren, pero sin certezas. Todo lo que les llega de San Telmo es incertidumbre. Están en la ruina y se lo dicen en sus concentraciones y manifestaciones. La última, ayer, por parte de los comerciantes de la capital, en la Delegación de la Junta.
El sector empresarial se pregunta cuántos comercios más tienen que cerrar y arruinarse para que Moreno Bonilla reaccione y se anticipe de una vez y prevea un plan de apoyo al comercio que no sea la simple limosna de los 1.000 euros. Se cuestionan a qué espera la Junta para dar salida al superávit andaluz que, puesto en manos de los comercios, supondría evitar despidos, cierres y ruina de familias enteras que viven del mismo negocio y sector. Han demostrado su solidaridad y han cerrado, sin rechistar, tantas veces como se les ha exigido porque saben que la salud es lo primero, pero también recuerdan al Gobierno andaluz que es quien debe rescatarle el mismo día que les obliga a cerrar, tal y como está haciendo el Gobierno de España con los ERTE.
Los comerciantes de Almería están mostrando, como sus compañeros en Andalucía, su sentido de la responsabilidad. Cierran porque les han dicho que así se contribuye a frenar la cadena de contagios, pero también piden criterios claros y una estrategia por parte de la Junta. Hace casi un año que comenzó esta pesadilla y el Gobierno de Moreno Bonilla aún no ha dado ni una. No ha acertado en nada. Tiene competencias y tiene recursos económicos y es un clamor popular preguntar en qué está empleando los cientos de euros transferidos desde el Gobierno de España para luchar contra el coronavirus.
La política económica de PP y Cs en esta pandemia es la misma que hace dos años. Ni apoyan ni impulsan al pequeño comercio en su alocada carrera por la liberalización y apoyo a las grandes superficies. De esto en Almería sabemos muy bien y lo sufrimos con el Ayuntamiento de Almería a la cabeza de esta estrategia.