Vivimos una preocupante escalada de agresión a la democracia. Lo sucedido la semana pasada en el Congreso de los Diputados, el asalto al Ayuntamiento de Lorca o las feroces críticas a los fondos europeos unido a un despliegue de la derecha de actitudes trumpistas no hacen, si no, degradar a las instituciones.
La convalidación de la Reforma Laboral volvió a mostrar la peor cara de la derecha española que representan Casado y todos sus barones en el resto de territorios que se someten a sus erróneas tácticas, y Moreno Bonilla es buen ejemplo de ello. Pese a esta deriva, el jueves ganó España, ganaron los trabajadores y trabajadoras y la patronal, ganó el diálogo social y perdieron la derecha más reaccionaria y Casado, que está instalado en el grito, en el ridículo y en la provocación de espectáculos bochornosos.
El estilo de oposición del PP de Casado puede pasar factura a presidentes como Moreno Bonilla que, emulando a su líder, mete la pata intentando montar un relato forzado e irreal de bloqueo en el Parlamento Andaluz para convocar elecciones autonómicas, que critica tanto los fondos europeos como su reparto mientras se agazapa y da la espalda a los verdaderos problemas de la población andaluza.
Pero a buen seguro que nuestro presidente andaluz no defrauda y nos vuelve a ofrecer un acto de cinismo con motivo de las elecciones en Castilla y León este domingo. Convocadas a capricho de Génova, igual que ocurrirá con las andaluzas, si no salen los resultados esperados, habrá foto de PP rindiéndose ante la extrema derecha para poder gobernar una vez que han dilapidado a Ciudadanos, como podría suceder en Andalucía.
Llegan momentos muy difíciles para el PP, para Casado y para aquellos barones que han secundado en todo momento la estrategia de la confrontación con el Gobierno de España, como es el caso de Moreno Bonilla, y llega el momento en el que la ciudadanía es cada vez más consciente de lo poco que interesan al PP nacional y al Gobierno andaluz la recuperación económica, el empleo o los servicios públicos, como la sanidad, a la que están matando a base de planes parche. También desprecian la nueva Ley de la Vivienda negándole derechos a la juventud, porque el PP en Andalucía no dejará aplicar la norma en defensa del sector inmobiliario y de los grandes tenedores de vivienda; tan sólo piensa en bajar impuestos a los que más tienen.