Una oposición sin proyecto no puede aspirar a gobernar, pero sobre todo no lo puede hacer quien no asume los resultados electorales, no respeta la aritmética parlamentaria y solo aspira a destruir al Gobierno por tierra, mar y aire. Esto es lo único que persiguen hoy la derecha y la ultraderecha en España, que hasta en medio de una crisis humanitaria se ponen de acuerdo para ir de compras al supermercado de la bronca y el odio.
Ahí fue donde debieron tropezar Feijóo y Abascal y también el lugar en el que habrían decidido que era una buena idea relacionar a niños con delincuencia. Una cosa les llevaría a la otra y terminaron votando no a la reforma de la Ley de Extranjería, que deja a Canarias en una situación extrema para poder atender a 6.000 menores migrantes que se encuentran solos en nuestro país. Creo que se entiende pero lo subrayo, niños y niñas sin padres ni madres a su lado que las comunidades autónomas del PP no quieren acoger.
No se puede tener un planteamiento más insolidario ni más inhumano que el que han exhibido PP y Vox en el Congreso de los Diputados sin que, además, se les haya visto avergonzarse al superar todos límites de la indecencia.
Incomprensiblemente, el Partido Popular también ha votado en contra de los objetivos de estabilidad presupuestaria que proponía el Gobierno de Pedro Sánchez para el conjunto de las administraciones. Esta decisión de la derecha por la confrontación acarreará unas pérdidas para nuestra comunidad autónoma de casi 1.100 millones de euros.
El no por sistema en el que basa toda su estrategia Feijóo lo acaban sufriendo, como ocurre en este caso, millones de personas que no entienden qué sentido tiene rechazar ese dinero. Además, el líder del PP arrastra con su voto a Moreno Bonilla, que no le ha pedido cuentas a su jefe a pesar de que lleva sudando la gota gorda desde mucho antes de que entrara el calor.
Su nefasta gestión de todos y cada uno de los servicios públicos, que son competencia del Gobierno andaluz, acumula tal nivel de insolvencia que este rescate que asomaba por el horizonte podría haberle dado algo de aire a la educación o la sanidad, que hoy está literalmente ahogada por la huida de profesionales a los que no se les ofrecen las condiciones adecuadas.
El presidente andaluz se lo va a tener que explicar muy bien a las familias almerienses que llevan reclamándole mucho tiempo un nuevo centro educativo para sus hijos e hijas. También a las más de 100.000 personas en lista de espera sanitaria o a las que tienen que aguardar 584 días de media para que les den la prestación de la dependencia. Ya está tardando.