Juan Carlos Pérez Navas
La pasada semana salió adelante una nueva y necesaria prórroga del estado de alarma, esta vez, con una mayoría de 178 diputados inédita en esta legislatura tras el apoyo de Cs al Gobierno lo que ha convertido al PP en un mero convidado de piedra en esta trascendental decisión equiparándose su voto en lo mismo de inútil que el de ERC.
Pero esa decisión estuvo enmarcada en uno de los debates más penosos que se han vivido en el Congreso de los Diputados por el nivel y por la táctica empleada por el PP y su líder en una escalada muy decepcionante de insultos y argumentos vacíos que mostraban sus intereses electorales y un mano a mano con Vox por disputarse el espacio del voto más extremista.
El discurso y la táctica utilizada por Casado no son nuevos. En la retórica clásica se codificaba el insulto a la persona y se empleaba lo que Cicerón denominaba ‘falacias emocionales’ que eran los desbordamientos personales vacíos de contenido en el uso de la palabra y una estrategia débil, errónea que permite al político desviar la atención para no abordar un tema incómodo para él, creando ruido como una especie de autodefensa.
Es justo lo que hace el líder del PP que, consciente de que el Gobierno tiene la razón, no es capaz de refutarlo con argumentos y recurre a una escalada de insultos absolutamente fuera del nivel que requiere la situación actual.
No es momento de sobreactuar. Es momento para la serenidad y, sobre todo, para la seriedad. La ciudadanía necesita saber qué va a pasar con su futuro, necesita conocer noticias como que el Gobierno ha alcanzado un acuerdo con patronal y sindicatos para ampliar hasta final de junio los ERTE si persisten las restricciones en actividad por razones sanitarias. La población debe comprender que su presidente ha conseguido logros en Europa. Decisiones como el éxito en la negociación con la Unión Europea para que las comunidades autónomas puedan imputar 3.200 millones de fondos FEDER aún no asignado ni invertido para gasto sanitario lo que dotará a las regiones de más recursos para reforzar sus sistemas sanitarios.
Hay que saber, con claridad, que en julio llegarán los primeros 6.000 millones de euros a los gobiernos autonómicos para la reconstrucción social por el Covid19. Estas y otras decisiones se están adoptando por la gran capacidad de liderazgo del Gobierno y salen adelante pese a los obstáculos del partido mayoritario en la oposición que está más en contar fallecidos que asumiendo su responsabilidad, por ejemplo, en las comunidades autónomas en las que gobierna y que están, igualmente, gestionando esta crisis. En algunas bastante mal, por cierto.
Ahora que ya comienzan los trabajos en la nueva Comisión creada para la Reconstrucción de España, el PP tiene una última oportunidad de demostrar si le queda algo de responsabilidad cívica, de sentido de estado y si se sitúa del lado de los españoles en lo verdaderamente urgente, que es la desescalada y conducir a España hacia esa recuperación social y económica que necesita.