A día de hoy, la mitad de la población sigue cargando con un mayor peso sobre sus espaldas solo por el hecho de ser mujer. Las mujeres siguen teniendo una tasa de desempleo mayor que la de los hombres, siguen cobrando menos, siguen ocupándose mayoritariamente del trabajo doméstico y de cuidados, siguen siendo evaluadas por su cuerpo y su imagen, siguen teniendo miedo cuando vuelven solas a casa y, algunas de ellas, lo siguen teniendo una vez que llegan y entran por la puerta.
En Almería no hay más que mirar, por ejemplo, al sector del manipulado, integrado fundamentalmente por mujeres con salarios precarios y horarios imposibles, los cuales logran compaginar con una segunda jornada laboral: la que ejercen en su casa y por la que no cobran.
Hace 45 años, la Organización de Naciones Unidas declaraba el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer. Desde entonces, se han conseguido grandes avances por la igualdad entre hombres y mujeres, pero la lucha no ha terminado.
La lucha por la igualdad comienza en cada uno de nosotros, pero el papel de las instituciones públicas es crucial para impulsar los cambios sociales. El PSOE es el partido de la igualdad y, por ende, del feminismo y lo demuestra cada vez que gobierna. El ejemplo más reciente lo hemos tenido en la Reforma Laboral aprobada por el Gobierno de Pedro Sánchez, que reducirá la brecha de género existente en el mercado laboral, gracias a medidas como el establecimiento del contrato indefinido como ordinario o la primacía de los convenios colectivos sectoriales sobre los de empresa, que romperá con prácticas como la de devaluar los salarios a través de subcontratas.
Mientras el PSOE en España toma medidas valientes y efectivas en materia de igualdad de género, encontramos un panorama radicalmente distinto en Andalucía, con una derecha que nunca ha tenido al feminismo entre sus prioridades y aún menos desde que le entregó las llaves de San Telmo a la ultraderecha.
A la vuelta de pocos meses, el actual gobierno andaluz de PP y Ciudadanos terminará su mandato sin haber avanzado en la Ley de Promoción de la Igualdad de Género en Andalucía, que dejamos aprobada los socialistas y a la que sólo le faltaba el desarrollo legal que permitiera su aplicación efectiva. Lejos de dar pasos a favor de la igualdad, en estos tres años lo único que han hecho ha sido dificultar la labor de las entidades civiles que trabajan por las mujeres.
Sin igualdad no hay democracia, no hay progreso ni hay futuro. La sociedad nunca avanzará si la mitad de ella se queda descolgada. Por eso invito a todo el mundo a renovar este 8-M la lucha por la igualdad y a exigir que los pasos que está dando la sociedad tengan su espejo en las instituciones.