Juan Carlos Pérez Navas
El escenario excepcional, doloroso y duro que vivimos con el Covid-19 nos está poniendo a prueba de manera individual y como colectivo social, pero también como parte de un estado de derecho que responde a cuestiones tan vitales como poder contar con una sanidad pública, universal y de calidad.
En esta crisis la ciudadanía no ha dudado en mostrar a diario su plena confianza en el sistema sanitario público y en sus profesionales con sonoros aplausos a través de sus ventanas y balcones desde el primer día de confinamiento. Es ahora cuando más se está reflexionando sobre la importancia de contar con un sistema sanitario público suficientemente financiado que plante cara con éxito al estrés y colapso al que se le puede someter con esta pandemia y que se le necesita fortalecido y sin recortes tan severos y privatizaciones como ha sufrido, sin ir más lejos, en la Comunidad Autónoma de Madrid. Se ha convertido en un triste ejemplo de lo que nunca se debió hacer y que ahora, por desgracia, se está cobrando esa mala gestión con sufrimiento, desesperación y vidas humanas.
Madrid contaba en el Presupuesto de 2019 con 1.400 millones de euros menos para la sanidad pública que la media del resto de comunidades autónomas españolas y marcaba la evidencia de una gestión de la sanidad pública que se ha ido deteriorando desde la legislatura de 2014 en la que se ha privatizado progresivamente el sistema y se ha infra financiado la sanidad pública.
Por eso, tanto ahora en lo urgente como en lo sucesivo, la solución pasa por tres ámbitos de lucha como ha precisado el presidente del Gobierno. En lo económico, se ha aprobado una inyección económica sin precedentes para nuestras empresas; en lo social, se procura que el dinero vaya directamente a las familias y, en lo sanitario, con la mayor movilización de recursos de nuestra historia y que se dirige, como siempre hacemos los socialistas, a financiar y a fortalecer nuestra sanidad pública.
A todos y a todas se nos exige un ejercicio de responsabilidad, de generosidad y de civismo. No se pueden permitir actitudes de confrontación entre territorios y, tampoco, se deben consentir bulos y mentiras que llegan a ser tan miserables como la lanzada por el gobierno de las tres derechas andaluz sobre la falta de mascarillas, o robo, por parte del Gobierno a nuestra comunidad. Un extremo absolutamente falso como ha quedado demostrado pero que, lamentablemente, ha vuelto a dejar en evidencia a quienes nos dirigen desde la Junta en estos momentos. Las comunidades autónomas, como titulares de la gestión sanitaria, no han tenido ningún impedimento para comprar los equipos de protección que estimaran necesarios ni ahora ni antes de la declaración de estado de alarma. De hecho, el Gobierno andaluz ha anunciado estos días la compra de ese material, lo que da muestra de la autonomía de los gobiernos regionales para dotar a sus hospitales y centros de salud del material que precisen.
Nadie en su sano juicio debe pensar y transmitir a la población que pueden existir diferencias de trato por comunidades, territorios o ciudades en un momento de urgencia nacional donde se demuestra, como no podía ser de otra manera, que para un gobierno responsable la única prioridad es el pueblo español, y lo que únicamente procede es la unidad y la defensa de lo público y de sus profesionales que lo están dando todo por nosotros.
El PSOE, como partido, y como gobierno andaluz que construyó y ha mantenido a un excelente nivel durante 37 años la mayor empresa pública de nuestra región, la sanitaria, conformada con 112.000 profesionales, con una red de 1.500 centros de atención primaria y 80 especializados que son, sin duda, uno de los mejores sistemas sanitarios de este país, sólo queremos tener palabras y gestos para defender y reconocer a nuestros profesionales como héroes de esta lucha y para gritar que antes, ahora y después hay que defender la sanidad pública por ellos y por nosotros porque la lección a partir de esta crisis será invertir y aumentar el presupuesto en sanidad y poner freno a la amenaza que nuestra sanidad sufre desde la entrada de la derecha en Andalucía.