Los presupuestos de 2018 sitúan a los almerienses en el farolillo rojo de la inversión por habitante de nuestro país, con apenas 80 euros por cabeza frente a los 217 euros de media estatal por cada ciudadano español. Esto es lo que vale para el Gobierno de Rajoy un almeriense: 137 euros menos que cualquier español.
La raquítica cifra de inversiones que destina el Ejecutivo central a la provincia ahonda en lo ocurrido en los ejercicios anteriores, aunque en esta ocasión la sensación de maltrato es más que considerable porque a los almerienses se nos ha acabado la paciencia. Por ejemplo, de los centenares de millones de euros que precisa el AVE, en los Presupuestos del Estado apenas se han consignado 7,3 millones. No se contemplan obras para aumentar los recursos hídricos o energéticos y las inversiones en carreteras son un corta pega de las que aparecían en años anteriores. Además, Ciudadanos, el partido que apoya estas cuentas del Estado, nos hace temer lo peor al afirmar que las obras del Corredor Mediterráneo “van para largo”. Confiemos, en todo caso, en que esto no sea una expresión de sus prioridades.
Ni un euro asigna este presupuesto de 2018 del PP al imprescindible impulso de los segundos grupos de las desaladoras de Carboneras y del Campo de Dalías, y eso que todos sabemos que el agua desalada es ya una garantía demostrada para resolver la amenaza severa que afecta a nuestra agricultura en el actual escenario, ya indiscutible, de cambio climático. También parecen desconocer la extrema urgencia de acometer la conducción de agua desalada desde la Venta del Pobre en Níjar hasta el corredor Sorbas-Tabernas. De otro lado, seis años después de quedar inutilizada, siguen sin reparar la desaladora de Cuevas de Almanzora.
Su demostrado desdén por las inquietudes de los ciudadanos almerienses queda igualmente patente en la ausencia de presupuestos para iniciar la construcción de la desalobradora de Adra, a la que están obligados por el Plan Hidrológico. Tampoco hay partidas para abordar las medidas necesarias para minimizar los riesgos de inundación de la Balsa del Sapo, en el municipio de El Ejido, ni para ejecutar la ampliación de las depuradoras de El Ejido, Roquetas de Mar y Adra, así como sus potenciales instalaciones de reutilización. De la misma manera, han olvidado sus obligaciones para acometer las obras de defensa que necesitan nuestros ríos Antas y Adra y que les darían tranquilidad y seguridad a los vecinos y vecinas de estas comarcas.
Es inadmisible que los diputados y senadores del PP de Almería no hayan luchado por que se consignen presupuestos para las necesidades de la tierra almeriense a la que representan en materia de comunicaciones y energías alternativas. Olvidan por ello las mejoras de la A-7, mediante la construcción del tercer carril entre Almería y El Ejido, y brilla por su ausencia la cobertura de necesidades de la Plataforma Solar de Tabernas, a pesar de que la descarbonización de la economía y la energía es ya una prioridad de la Unión Europea. Almería, en ese contexto, tiene una oportunidad única para ser líder en desalinización solar y lograr así rebajar sustancialmente el precio del agua. Podemos ser pioneros en hacer más sostenible su producción y contribuir así a mitigar los efectos del cambio climático, pero este gobierno cicatero también nos da de lado con este asunto.
Si históricamente tuvimos que soportar nuestro aislamiento geográfico y la imprevisible evolución de nuestra severa climatología semiárida, realizando un enorme esfuerzo para alcanzar los avances que la provincia ha experimentado en los últimos 50 años, hoy sabemos que solo una alianza entre innovación tecnológica y voluntad política pueden permitirnos alcanzar los nuevos objetivos comunes que precisamos como sociedad avanzada (AVE, agua, energía, sostenibilidad…). Sin embargo -seamos realistas- con estos presupuestos del PP estos objetivos se antojan imposibles.
A estas alturas, los almerienses y las almerienses somos plenamente conscientes de que el Partido Popular no da más de sí y que nuestra provincia se está jugando muchísimo en el presente y en el futuro más inmediato. Y es justo ahí, en los presupuestos estatales de 2018, donde encontramos la mejor prueba de que la derecha se ha convertido en el mayor problema que tiene Almería.