Moreno Bonilla está consumando en Andalucía lo que él mismo anticipó que haría: comerse, naranja a naranja, al partido que fundó Albert Rivera, una vez que Ciudadanos se ha convertido en una formación irrelevante y la mayor parte de sus cargos han huido, a pesar de que prometieron que no lo harían, al Partido Popular. Para conseguirlo, y aquí viene lo sustancial, el presidente del Ejecutivo andaluz se está valiendo de las instituciones y del dinero público para pagar favores políticos en estricta clave personal y partidista, algo que ha vuelto a ser noticia en estos días con las incorporaciones de Marín y Bosquet a su gobierno.
El líder del PP andaluz debería saber que una mayoría absoluta no da un poder absoluto y que hay líneas rojas que no conviene traspasar. Andalucía y los andaluces se merecen un respeto y estos cambalaches representan, a ojos de la inmensa mayoría, una práctica inaceptable.
En lo que hacen o dejan de hacer los que hasta ahora han dirigido lo que queda del partido de Arrimadas no voy a extenderme mucho más, allá cada cual, pero en lo que sí quiero detenerme es en el juego sucio que ejercita el Partido Popular, y muy especialmente sus dirigentes en Almería, que se han convertido en unos expertos en el burdo arte de fabricarse mayorías absolutas que no consiguieron en las urnas.
El reciente caso de Dalías ha elevado hasta cinco el número de municipios almerienses en los que el Partido Popular gobierna gracias al apoyo de concejales tránsfugas, lo que supone una perversión democrática y un fraude en toda regla.
De estas maniobras del PP de Almería también se benefició el anterior alcalde de Almería y hoy consejero de la Junta, el señor Fernández Pacheco, que se garantizó la mayoría con un tránsfuga de Vox. En el caso de Roquetas de Mar, dos tránsfugas de Vox y una de Ciudadanos le despejaron el camino a Gabriel Amat para hacer y deshacer a su antojo. Este modus operandi se ha repetido también en municipios como Huércal de Almería o Huércal-Overa, donde el PP se ha garantizado mayorías por el mismo procedimiento.
Normalizar estas prácticas, abandonar, como ha hecho el PP, el Pacto Antitransfuguismo o pescar en el río revuelto de lo que queda de Ciudadanos, solo sirve para alimentar esa política de tierra quemada que abona la derecha para fomentar la desafección política y socavar la democracia.