Juan Carlos Pérez Navas
Cada semana vamos superando circunstancias excepcionales que nos obliga a pasar el Covid19. Buscamos y nos aferramos a cualquier signo de esperanza y que arroje algo de luz al final del túnel. Estamos, principalmente, pendientes de la disminución de casos y del control de la pandemia y, también, nos da esperanza las noticias que generan confianza y que nos presentan un futuro halagüeño e indican que todo esto tiene un fin, una fecha de caducidad.
Hace unos días, España y Europa se mostraban pesimistas por la lentitud y la falta de reacción de la UE y por el papel que debía estar jugando. Todos deseábamos una respuesta única, extrema y ambiciosa que nos protegiera como habitantes de un continente solidario y de ahí la actitud valiente y decidida del Gobierno de España al reclamar un Plan Marshall de reconstrucción.
Inicialmente, no se obtuvieron los resultados deseados, pero llegaron al final de la pasada semana tras la presión ejercida por nuestro presidente, Pedro Sánchez, después, incluso, de vetar la primera propuesta y calificarla de inadmisible para, posteriormente, alcanzar un primer gran acuerdo de los ministros de finanzas como señal de la respuesta que se esperaba de la UE para demostrar que la lucha contra el Covid19 exigía de una respuesta conjunta y solidaria sin precedentes.
El paquete de medidas está valorado en 540.000 millones de euros y, pese a no responder a todo lo que se demandaba económicamente, sí suponen un gran paso para fortalecer los sistemas de salud y para mejorar la prevención de los estados a través del mecanismo de estabilidad y con la intervención de organismos, como el Banco Central Europeo, tal y como exigía nuestro presidente que ha liderado, de esta manera, la postura de los socialistas europeos que reclamaban una mayor flexibilidad al uso de fondos. El objetivo es simplificar los trámites para que las ayudas lleguen con celeridad a los países que más lo necesitan, como es el caso de España, y todo ello ha supuesto un triunfo diplomático que atisba una esperanza de apoyo y solidaridad europea.
España lanzó un pulso, ha hecho ver la magnitud de la amenaza que vivimos y que nos espera en forma de crisis social y económica y, una vez más, se ha demostrado que las respuestas deben ser ambiciosas y extremas para no dejar a nadie atrás, cómo se hace cada martes o viernes en los sucesivos Consejos de Ministros aprobando medidas sociales y económicas extraordinarias y que ahora sirven de ejemplo para que en el seno de la UE, de los 27, no se deje tampoco a ninguna región ni a ningún país atrás.
Es cierto que falta la mutualización de la deuda, y un Plan Marshall para reactivar las economías europeas, pero se seguirá demandando por parte de España. De momento, ese principio de acuerdo alcanzado refleja una voluntad de unidad que nos provoca esperanza como también lo sería alcanzar un gran pacto o acuerdo de unidad nacional y la desescalada de la tensión política y a ello ha convocado nuestro presidente. Todos debemos estar a la altura y trabajar unidos para la reconstrucción social y económica que necesitamos como país y como sociedad y dejar para otro momento la confrontación. El conjunto de la sociedad española nos pide estar a la altura de las circunstancias y no aprovechar el dolor humano para obtener ningún beneficio partidista.