“A veces, no tomar ninguna decisión es la mejor decisión”. Ésta era la frase y la práctica favorita del anterior presidente del Gobierno, el señor Rajoy, y lógicamente se equivocaba, porque con esa táctica, con esa falta de estrategia y de rumbo político, sólo consiguió provocar un enorme crecimiento del independentismo, que pasó del 10% al inicio de su mandato al 47% en 2017. Grave error.
De grave error también, e incluso histórico, se podría calificar la manifestación de la vergüenza que tuvo lugar el pasado domingo, no sólo por su escaso seguimiento, sino por la inutilidad de su convocatoria. Los objetivos no estuvieron marcados por el interés de España y la defensa de su unidad, sino fundamentalmente, aunque no se diga, por cálculos electorales. Se buscaba movilización para las próximas elecciones y sobre todo, iniciar una competición interna entre las tres derechas por parecer más de derechas y arrebatarse mutuamente argumentos y votos, sin aportar ningún mensaje, idea o propuesta para superar los momentos complejos y difíciles que atraviesa el país.
Vista la escalada de insultos y crispación de la que no saben salir las derechas, podemos afirmar que el mayor castigo que está padeciendo nuestro país, en este momento, es esta oposición, falta de altura de miras, que sólo sabe moverse en la irresponsabilidad.
Intentan, por ejemplo, que la sociedad olvide que fue con el PP en el gobierno cuando se gestó y celebró un referéndum ilegal, sin duda en uno de los hechos más graves que hemos vivido como país en las últimas décadas. Ante aquel hecho, como siempre, el PSOE supo estar a la altura de las circunstancias, en la defensa del Estado y la legalidad, y no cayó en la irresponsabilidad de criticar al Gobierno o intentar movilizar a la ciudadanía, contra la pasividad y negligencia política con la que se estaba comportando el gobierno del PP.
Fomentar la desunión y el enfrentamiento entre españoles es el gran error que está cometiendo la oposición. Con sus insultos, intentan esconder que no tienen argumentos ni propuestas para aportar una solución.
Se equivocan, además, al cogerse de la mano con la ultraderecha, como sucedió el pasado domingo, porque, lejos de moderarla, lo que están consiguiendo PP y Cs es radicalizarse y parecerse cada vez más a Torra y Puigdemont. Tanto coinciden en sus continuos ataques y en la negación de cualquier progreso o avance en este país que al final se van a encontrar este miércoles, votando juntos en contra de los Presupuestos que necesitan los españoles.
Tristemente esta situación no es nueva, ya la hemos vivido antes. Cuando el PP pierde las instituciones por la corrupción, se tira al monte y se enfrasca en una campaña de difamación y crispación que es mala para el país y con la que al final fractura más la sociedad. Ese intento de generar inestabilidad es lo contrario a la labor de oposición leal y constructiva, en defensa del interés general, que es la que siempre ha hecho el PSOE cuando le ha tocado.